La escucha activa se refiere a la atención activa e intencionada que resulta óptima para asegurarse de que estamos recibiendo el mensaje del otro de manera adecuada.
Todos hemos tenido en alguna oportunidad la experiencia de conversar con una persona completamente apática, para quien todo pareciera dar exactamente igual. Podríamos estar diciendo algo abominable, pero nuestro interlocutor no presta la menor atención.
La escucha activa recomienda la actitud contraria, pues el objetivo no es mostrarse motivado, sino tratar de mantener la atención en alto, de tal forma que comprendamos mejor el mensaje que nos está siendo transmitido.
Se segmenta en dos partes.
La congruencia. Una manera eficiente de asegurarse de estar comprendiendo adecuadamente un mensaje es buscar la congruencia entre el mensaje verbal y el mensaje no verbal del emisor.
Mientras exista incongruencia entre uno y otro, el mensaje contiene informaciones divergentes. En este caso, hay que buscar en el otro la congruencia, guiando la conversación hacia esas áreas en que notamos que no se produce esta congruencia. Si el coach detecta una incongruencia en el coachee, puede preguntar para estar seguro que lo que se dice corresponde efectivamente con aspectos emocionales que tal vez permanecen en estado no-verbal.
Otro elemento clave de la escucha activa es la demanda de más información. Cuando el contenido del mensaje del emisor no es claro, es confuso o deficiente, pedir la información necesaria para comprender el mensaje es la única manera de asegurar su adecuada comprensión.